Gastronomía, arte y cultura, todo en el mismo recinto.
La semana pasada el restaurante y foro cultural Amaro cumplió 20 años de vida, lapso durante el cual alimentó el cuerpo y el espíritu de quienes tienen el tino de frecuentar ese céntrico lugar para disfrutar su menú vegetariano y el desfile de cantantes, actores, pintores, escultores, músicos, fotógrafos, escritores, directores de teatro y otros artistas más que han presentado su trabajo en ese recinto.
Su fundadora y directora es Olga Moguel Pereira, quien califica esos 20 años como “un viaje espléndido”, a pesar de que en ocasiones ha sido azaroso o áspero.
“Pero siempre estamos abriendo brechas, inventando atmósferas, inaugurando conceptos, defendiendo lo genuino, respetando lo autóctono, tejiendo fraternidades y haciendo realidad varias locuras y algunos sueños”, agregó la empresaria, quien fue consejera de la Comisión de Derechos Humanos de Yucatán y colabora con varias
agrupaciones civiles.
“Mi pasión, mi horizonte ha sido fusionar sabores, aromas, música, imágenes, voces, teatro, poesía y libros. También Historia e historias, causas sociales y amor por el servicio.
“Diseñar y fusionar los menús gastronómico y cultural ha sido convicción, camino y meta. Tengo la convicción de que el arte es ingrediente necesario de la vida. El arte no debe ser un producto dosificado, ni exclusivo de grupos o espacios, ni distante ni ajeno de los trajines diarios sino materia indispensable y familiar en el día con día, y en nuestro caso, en la comida y en la bebida.
“Siempre procuramos nutrir el cuerpo y el espíritu. Tal como ocurría en los orígenes de los restaurantes, en Amaro trabajamos para restaurar el cuerpo, el ánimo y el ánima.
“De entonces hemos entrelazado propuestas culinarias y propuestas artísticas, con la sola condición de la buena calidad. Desde Amaro, este territorio abierto y ávido de arte y de cultura, doy gracias a creadores e intérpretes, a gente del canto, de la ejecución musical, de la actuación, de la literatura, de la pintura, la fotografía, el grabado y la escultura. Son artistas e intelectuales que apostaron por este espacio que no es convencional pero sí apasionado cómplice de sus talentos.
“Somos el primer restaurante en la ciudad, que habló del corazón de Mérida y que apostó a incorporar lo artístico al espacio comercial. Seguimos creyendo en Yucatán, y en la alquimia que puede hacerse con la comida, la bebida, la cultura, las artes, las convicciones y los principios. Que éste sea el principio de otros buenos años más”.
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