Procedente de Monterrey, “La China” Arizpe adoptó a esta tierra para darle alegría.
Fue vedette y actriz, nació en Monterrey y
murió en Mérida, se casó con un pianista de teatro, tuvo dos hijos y luchó por
la vida: venció a varios infartos cerebrales. Ella es Alicia Arizpe Martínez “La
China”, una de las figuras del antiguo teatro regional yucateco, aquel cuyo
sinónimo era el apellido Herrera.
Era quinceañera cuando el destino la llevó de
un extremo a otro de la República, dejó Nuevo León para visitar a una hermana
radicada en Yucatán. Estando en esta tierra “enterró su tuch”, se hizo boxita,
bebió agua de pozo y declaró que esta es su patria.
Recibiendo la medalla "Héctor Herrera" |
Adoptó el habla yucateco y
el terno regional, bailó jarana y lanzó muchas “bombas”, todo esto en los
escenarios, a los cuales subió gracias a Héctor Herrera “Cholo”, la
desaparecida estrella del teatro vernáculo.
Cosas de la vida, hace año y medio ella
recibió del alcalde Renán Barrera la medalla creada por el Ayuntamiento y que
lleva el nombre del desaparecido mentor de Alicia Arizpe.
Anteayer viernes, cuando estaba cerca de
cumplir 81 años de edad, bajó el telón de su vida, se fue tras bambalinas para
siempre. Su cuerpo fue sepultado ayer sábado en el Cementerio General.
Es difícil saber en cuántas obras teatrales
intervino “La China” y a cuánta gente hizo reír. Se considera que en 2013
realizó su última aparición ante el público, en la obra “Delirio teatral”,
dirigida por Octavio Ayil y presentada esa vez en la explanada de la Catedral. Fue una aparición especial, semejante a un homenaje por parte de sus colegas y del público que la estimaba.
Su primera actuación fue en las tandas que
presentaba la Compañía de Arte Lírico, dirigida por Daniel “Chino” Herrera. Eso
habría sido en los años 50, en alguna temporada navideña pues la obra donde debutó se llamaba
“Posadas políticas”. En ese entonces ella era una jovencita de 17 años de edad.
Antes de ello conoció a “Cholo”, este era su
vecino. Simpatizaron porque la joven tenía fuerte acento norteño y esto causaba gracia al artista. Este la
convenció de que podría hacer carrera en los escenarios y le ofreció enseñarle
actuación. Las primeras clases fueron en la terraza del domicilio de aquél.
En el teatro ella conoció a Tomás Talavera, un
joven pianista que también trabajaba en la compañía de los Herrera. Se hicieron
amigos, se enamoraron y posteriormente unieron sus vidas y sus carreras en las tablas.
Tuvieron dos hijos, Martha y Tomás.
Lo que la edad no logró, lo consiguió la
enfermedad. “La China” se fue alejando de las presentaciones teatrales obligada por el deterioro
de su salud. Finalmente, los reflectores se apagaron para siempre. Ahora su
camerino está en un lugar eterno. Hasta allá llegarán nuestros aplausos. (Mérida
Cultura).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario