Una de sus obras ganó importante premio nacional.
El cuento es un género literario que tiene las mismas
dificultades que cualquier otra obra de ese campo, no basta tener una buena
historia para tener éxito en esa narración,
hay que saber contarla para que
resulte atractiva.
Lo anterior se recordó en días pasados durante la entrega
anual del Premio Nacional de Cuento “Beatriz Espejo”, que esta vez fue para el
morelense Arturo Núñez Alday, un alto y delgado profesor de literatura, con 25
años en las aulas pero con apenas tres años en el oficio de escritor.
Este autor ve más allá del
salón de clases, tiene conciencia social, tal como quedó plasmado en el
discurso que pronunció para agradecer el premio. Ahí
condenó la destrucción del manglar Tajamar, lo cual también hizo público
en su cuenta de Facebook. “Tenemos que defendernos de la voracidad empresarial
y de la corrupción de los políticos”, expresó.
También se ha sumado a otras causas similares firmando
peticiones en Change. Org. La discriminación, la tortura y las crisis de los
refugiados también figuran entre sus preocupaciones.
El cuento que le generó los $50,000 del premio se titula
“Morir en Shakespeare", fue elegido entre 472 trabajos que compitieron. La
historia es sobre un velador –Arnulfo- y
el teatro clásico británico, se inspiró en un vigilante del Teatro Ocampo, de
Cuernavaca, a quien el autor escuchó recitar retazos de las obras que ahí se
presentaban.
La originalidad del cuento y la capacidad del escritor para
sensibilizar a los lectores en torno a un oficio aparentemente insignificante
así como el fino homenaje que ese texto se hace al trabajo de Shakespeare
convencieron al jurado para otorgarle el laurel.
“A veces uno puede tener una buena historia, pero si no la
sabemos contar entonces termina en la basura”, expresó a su vez la escritora
Beatriz Espejo, quien estuvo en la ceremonia de premiación.
Quizá el profesor Nuñez Alday tituló su narración aludiendo
a una frase de Hamlet, uno de los personajes creados por el bardo de Avón:
Morir es dormir... y tal vez soñar”.
El morelense relató que cuando se enteró del concurso sacó
de su archivo varios relatos y eligió “Morir en Shakespeare” para inscribirlo.
Se considera a sí mismo como “un humilde aprendiz de escritor”.
En el concurso citado hubo otros cuatro buenos cuentos que
recibieron mención honorífica, y uno de ellos también se quedó en Morelos.
Ellos son:
-“Los doce deseos”, de Montserrat Ocampo Miranda, de
Cuernavaca, Morelos. De acuerdo con el
jurado, debajo de su aparente inocencia expone con mucha malicia las
contrariedades familiares derivadas de una separación.
- “Huellas en el camino”, escrito por Hernán Arturo Ruiz
Lindoro de Culiacán, Sinaloa. La obra narra en primera persona una dramática
historia sobre los pequeños productores de amapola del norte del país.
- “Crisis”, de Carlos Javier Farfán Gómez, de Campeche. Es
un cuento en el que combina de manera increíble y ágil las dificultades
recurrentes de México y la iniciación sexual en la adolescencia.
-“Un coyote que sonríe es el diablo”, de César Javier Gaytán
Martínez, originario de Saltillo, Coahuila. Destaca por su buen manejo de los
diálogos en un cuento sobre la violencia de la frontera, cuya tensión nunca
decae. (Mérida Cultura)
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