domingo, 3 de noviembre de 2013

HANAL PIXÁN


La celebración del Día de Muertos en Yucatán.

Recibimos un reclamo por nuestra indiferencia hacia la celebración del Hanal Pixán. Según nos dijeron esa actitud  no se justifica porque esa tradición es una expresión cultural que además de exponer una costumbre arraigada local incorpora ahora elementos de música, danza, pintura y otros aspectos del arte universal.

Debido a que el señalamiento lo recibimos de una persona que no es yucateca sino originaria del interior del país pero radicada en esta tierra exponemos aquí algunos elementos informativos de esa expresión del sincretismo cristiano-prehispánico que tiene elementos lo distinguen de conmemoraciones similares que se realizan en el resto del país en estas fechas.

Hanal Pixán significa “Comida de las almas” y generalmente se celebra el 2 de noviembre, sobre todo en Mérida, donde el modo de vida urbano le impuso un calendario ajustado a las necesidades modernas de la población que habita en la capital de Yucatán.

 La Iglesia Católica celebra el 1 de noviembre el Día de Todos los Santos (una rememoración de aquellos que alcanzaron la santidad) y el 2 de noviembre lo destina a Los Fieles Difuntos (fecha especial para orar por familiares fallecidos y reflexionar sobre la eternidad).

Pero la tradición popular tiene sus propias fechas, y esto puede verse en las poblaciones rurales todavía no contaminadas con el estilo de vida urbano. En esas comunidades le fiesta de los difuntos tiene tres fechas: el 31 de octubre es para honrar las ánimas de los niños, el 1 de noviembre las de los adultos.

En esos días  hay una “convivencia” entre los vivos y los muertos que regresan al mundo en esta etapa del año. Por ello se arregla la casa y se preparan viandas para recibirlos. Los guisos se ponen en mesas especiales llenas de simbolismos, desde el mantel bordado especialmente para esa ocasión hasta los dos o tres niveles en los que se colocan esas ofrendas de comida, flores, velas y otros elementos más.

A los espíritus de los niños se les ofrecen principalmente dulces típicos de esta tierra, rodeados de juguetes; y al de los mayores comidas elaboradas junto con licor y cigarros. La abundancia de los guisos depende de la posibilidad económica de la familia que hace la ofrenda, pero en todos los casos hay platillo que no falta: el mucbilpollo, un guiso de origen precolombino.

Las mesas son presididas por las fotos de los difuntos junto con crucifijos e imágenes religiosas. Y ante ellas se realizan rezos. Una vez que se considera que los difuntos han disfrutado lo ofrecido, la familia e invitados comparten esos alimentos. En las zonas rurales el mucbilpollo se prepara ocho días después de las fechas ya indicadas, pues es la vianda que las almas se llevan para alimentarse durante el largo trayecto de regreso al más allá.

Parte de lo anterior se recrea cada año en la Plaza Grande de Mérida, donde se construyen réplicas de las chozas rurales mayas y se colocan altares. En ese día los meridanos y los turistas conviven en esa colorida muestra, a la cual corresponden las fotos que acompañan a este texto.

 Hay mucho más que decir en torno a esa rica tradición prehispánica, pero sirva lo expuesto aquí para dar por cumplida la petición hecha a este blog.

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